A veces oramos por nuestra familia, por nuestros amigos, pedimos que acepten a Jesús y vuelvan su corazón a Él… pero sentimos que el mundo nos da la espalda. Esa sensación de cansancio espiritual no es señal de debilidad, sino de sensibilidad: el Espíritu te está recordando que estás en medio de la batalla.
Vivimos días en los que las profecías parecen tomar forma ante nuestros ojos. La tecnología avanza, los sistemas se preparan para un nuevo orden, y las señales bíblicas se vuelven cada vez más visibles. Pero el mensaje del Cielo sigue siendo el mismo: no tengas miedo. Dios no ha perdido el control, y nada escapa de su plan perfecto.
“El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente.” (Salmo 91:1)
Entre la angustia y la paz
Muchos creyentes sienten hoy lo que Jeremías llamó la “angustia de Jacob” (Jeremías 30:7): esa mezcla de tristeza por los que no creen y expectativa por la venida de Cristo. Si te pasa eso, no te alarmes. Es el Espíritu gimiendo dentro de ti, despertando una sensibilidad santa que te mantiene despierto mientras otros duermen.
Jesús nos dijo que veríamos guerras, rumores, pestes y confusión, pero también prometió que el que persevere hasta el fin será salvo (Mateo 24:13). Así que si tu corazón se angustia, que también se llene de esperanza: estás más cerca que nunca de ver cumplidas las promesas eternas.
Vivir con propósito hasta el final
Seguir viviendo con alegría no contradice la fe. Podés tener sueños, trabajar, viajar, disfrutar, mientras esperás la venida del Señor. La diferencia está en el corazón: no se trata de “distraerse del fin”, sino de vivir cada día con propósito, sabiendo que todo lo que hacés en amor es parte de su Reino.
“Porque nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo.” (Filipenses 3:20)
Oración
Padre amado, gracias porque en medio de la incertidumbre, tu paz permanece. Aunque el mundo se estremezca, yo confiaré en Ti. Lléname de tu gozo, fortalece mi fe y usa mi vida para que otros te conozcan. En el nombre de Jesús, Amén.
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